Sandra y Jorge eran amigos de la infancia. Desde la adolescencia siempre hubo entre ellos una atracción sexual tremenda pero los estudios y posteriormente sus vidas profesionales los llevaron a vivir en distintas ciudades. Esto no fue impedimento para tener sus encuentros esporádicos. Y su último encuentro es el que voy a relatar. Jorge vivía en una zona de playa. Cuando fue a recoger a Sandra a la estación la miró de arriba abajo. No había perdido ni un ápice de su encanto, de su halo de sexualidad. Su falda corta dejaba ver unas piernas largas y bien contorneadas. Inevitablemente tuvo una erección recordando sus anteriores encuentros. |
Cuando Sandra se acercó le dio dos besos y sin dar importancia a la mirada de Jorge le preguntó donde tenía el coche.
Jorge le cogió la maleta y se metieron en el coche camino de la playa.
Cuando llegaron a la playa comenzó el juego que habían tramado. Debían jugar una partida de palas y quien ganara sería quien llevara las riendas en su encuentro sexual.
La partida comenzó. Jorge trataba de concentrarse en el juego, pero aquellas piernas interminables, aquellos pechos poderosos y tersos que asomaban por el escotado biquini y sus bien contorneadas caderas lo tenían en tensión.
Sandra lo sabía y jugaba con ventaja. Y era evidente quien ganaría la partida.
Jorge derrotado cayó en la arena. Mientras jadeaba por el cansancio de la partida, Sandra caminaba hacia Jorge y este se puso de rodillas. Cuando ella estuvo frente a él, Jorge se quedo a la altura del tanga que llevaba. Ver su tanga mojado por el sudor le produjo otra erección. Siguió con la mirada su liso vientre y llegó hasta sus abultados pechos mojados por el sudor.
Sandra cortó su embelesamiento haciéndole saber de su triunfo y que desde ese momento estaba a su disposición.
Lo primero que le pidió fue un baño. Ella jugaba con él. Se acercaba y dejaba que el tocara su cuerpo para luego separarse y seguir nadando. Jorge no perdía su erección y estaba deseando que le pidiera irse a su casa.
Pero Sandra salió del agua y se tiro en la toalla a tomar el sol. El no tuvo mas remedio que seguirla y hacer lo mismo. Hablaron de los acontecimientos pasados desde la última vez que se vieron y por fin Sandra dijo: Bueno, he ganado y a partir de aquí mando yo.
Jorge la miró suplicando que empezara cuanto antes.
Sandra dijo: Iremos a tu casa, me daré una ducha y después tú me darás un masaje donde yo te diga.
Cuando subieron al coche, Sandra lo primero que hizo fue abrir las piernas enseñando el triángulo del placer que le ardía por la excitación mientras su mano acariciaba la erección de su amigo.
Jorge tuvo que concentrarse en conducir y no parar el coche.
Por fin llegaron a casa y Sandra comenzó con el juego. En cuanto Jorge cerró la puerta, Sandra se desnudó y se volvió a Jorge diciéndole: Recoge la ropa y métela en la bolsa de deportes.
Jorge obedeció mientras la miraba extasiado deseando cada rincón de su cuerpo.
Sandra le dio la espalda para dirigirse al baño a darse una ducha y le mostró a Jorge su poderoso culo. Al llegar al baño, se giró y le tiro un beso lleno de sensualidad y cerró la puerta.
Jorge se resignó y recogió su ropa, pero antes de guardarla no pudo evitar llevar la ropa a la nariz y oler el sudor de Sandra. Tras unos segundos, reacciono y guardo la ropa.
Sandra por fin salió de la ducha dejando ver la toda la piel mojada y brillante.
Se acercó a Jorge y le digo: ¿Te gusta lo que estas viendo?
Jorge sin parar de recoger su cuerpo le digo: ¡Tanto que me estoy poniendo malo y voy a reventar en cualquier momento¡
Sandra seguía su juego y le dijo: Primero vamos a comer.
Mientras comían, trataban de desviar el deseo hablando de los acontecimientos desde la última vez que se vieron.
Al final, después de comer los dos se dirigieron al sofá y Jorge comenzó a acariciarle las piernas pero Sandra lo detuvo y le dijo:
No, es hora de empezar a pagar tu derrota dándome un masaje en los pies.
Primero desnúdate y siéntate en el suelo de espaldas a mí. Jorge obedeció y Sandra gozó viendo su erección. Una vez sentado en el suelo, Sandra puso sus muslos a ambos lado de la cabeza de su amigo y le ordenó que le diera un masaje en los pies.
Tenía el pié derecho presionando el pecho de Jorge mientras, con el otro pie jugaba con la erección de su amigo.
Jorge sumiso y encendido de calor comenzó a masajear suavemente el pie de su amiga.
Mientras masajeaba su pie, Sandra se lo acercó a la cara a la altura de boca. Su amigo entendió el movimiento y comenzó a besarle el pié y a darle largos lametones.
Sandra estaba tan encendida como él y la humedad de entrepierna aumentaba por momentos. Pero quería seguir el juego y le dio el otro pie para que Jorge continuara con el ritual del masaje.
Por fin Sandra retiró sus muslos de Jorge. Se levantó y se colocó delante de él apoyando su pubis en la cara de Jorge que lo olió dando un profundo gemido y suavemente se giró y se colocó detrás de Sandra. Ahora tenía ante su cara unas nalgas duras y suaves. Con suavidad, Jorge presionó la espalda de Sandra hasta dejarla de rodillas y apoyada en el sofá
Tal y como hizo con los pies, comenzó a besarlo y a lamerlo hasta que finalmente se centró en la zona más escondida de sus nalgas.
Sandra estaba fuera de sí pero sabía controlarse. Aun quedaba mucho. Se apartó de su amigo y volvió a sentarse en el sofá dejando el culo casi fuera y las piernas sobre los hombros de Jorge. Este, tenía a hora a la vista el ano y el coño de Sandra. Sujetando sus caderas, le lamía el ano y la vagina como si la lengua bailara una danza interminable y que muerta de sed se bebía los jugos que desprendía Sandra.
Finalmente Sandra se levantó viendo que la erección de Jorge no había disminuido un ápice.
Encendió unas velas y puso música muy sensual. Se acerco a Jorge y de rodillas como estaba se acercó por detrás y le ató las manos y éstas a los pies. Le amordazó la boca con pañuelo de seda y le susurró, espérame.
Jorge no podía hacer nada, deseaba masturbarse, hacer algo para calmarse pero estaba atado de pies y manos y a la pata del sofá.
De pronto vio a Sandra entre a través de la luz de las velas con un vestido negro de tirantes hasta mitad de los muslos. Llevaba unos tacones de vértigo y unos guantes hasta mitad de los brazos y comenzó a bailar con movimientos tan insinuantes como el movimiento de las llamas de las velas. Se puso de espaldas a Jorge y comenzó a mover el culo como en sus mejores tiempos de go-go.
Con su propio movimiento, Sandra se estaba poniendo muy cachonda.
Comenzó a desvestirse como una experta streaper mientras se acariciaba su cuerpo y sin dejar de mirar a Jorge que se estaba volviendo loco.
Finalmente Sandra se acercó a Jorge y sin parar de moverse y tocarse le clavo un tacón en el muslo y después en el pecho y Jorge no sentía dolor, estaba totalmente derrotado y deseando descargar toda la tensión de su polla en el coño de Sandra.
Sandra se quitó los tacones y acercó su coño a la boca de Jorge y este lamió sus jugos y su sudor.
Llegó la hora del premio. Sandra fue bajando lentamente y en cuclillas se clavo la polla de Jorge en su coño hasta el fondo.
Lo agarró por los hombros y con un movimiento de sube baja no paró hasta notar que en cualquier momento Jorge la iba a inundar de leche. Pero en ese momento se levantó y con una agilidad tremenda le ató fuertemente una cuerda alrededor de la polla para evitar que se corriera todavía.
Se puso de nuevo en cuclillas pero esta vez de espaldas y comenzó el mismo movimiento. Llevaba ya dos orgasmos se incorporó un poco para quitarle la cuerda.
Y Jorge en dos movimientos más de ella llegó a un orgasmo bestial que lo dejó sin sentido.
Sandra agotada también, le quitó con suavidad las ataduras y los quedaron tumbados en la alfombra abrazados dejando que poco a poco volvieran sus fuerzas.
Creo haberlo puesto ya en otro relato Amparo. Imagino has vivido en propia carne esta experiencia. De no ser así y es producto de tu imaginación, no quiero pensar lo que ha de ser tener una experiencia de sexo contigo. Feliz de aquel que pueda disfrutarte.
ResponderEliminarNo entiendo eso de que lo has puesto en otro relato. No se quien eres pero si, lo escribí yo. Puede que me haya inspirado en algún otro.
ResponderEliminarPuedo asegurarte que mi pareja y yo disfrutamos plenamente.