10 de septiembre de 2010

La sexualidad durante la menopausia

Mal creído es que cuando la mujer está viviendo la etapa de la menopausia el deseo sexual desaparece.

En este período de la vida, generalmente, la mujer tiene más tiempo para dedicarse a sí misma y se da cuenta de que el deseo en lugar de desaparecer aumenta. No tiene que preocuparse por usar o no anticonceptivos o por si su compañero no le apetece usar condón porque no tiene la misma sensibilidad que sin él.
Se siente libre de hacer el amor cuantas veces le apetezca, si quiere, si su compañero está de acuerdo y no está inmerso en su crisis de “hombre mayor”.

Si este es el caso habrá que hablar seriamente con el compañero para hacerle ver que dentro de la edad que tiene aún le quedan muchos años para poder satisfacer y ser satisfecho. Para poder vivir plenamente y sin complejos la sexualidad “madura”. Si no atiende a razones y continua inmerso en su crisis, la mujer tendrá que decidir qué hacer con su sexualidad.

Es una etapa en la mujer que puede ser muy gratificante. Sin represiones por miedo a embarazos no deseados, con más experiencia en todos los aspectos, sin miedo a su físico. No importan unos kilos más de lo establecido, ni que los pechos estén un poco caídos o se noten algunas arrugas en la cara. Hay que lanzarse a la conquista de la sexualidad deseada y tan esperada.

No porque ya se tenga cierta edad no se puede ser atractiva. Hay mil formas para acentuar este atractivo y, si se toma como un juego o un reto, puede dar muchas satisfacciones cuando se consigue lo que se desea.

Hay que tener en cuenta que en el campo del amor hay muy variadas formas de actuar. Si no se tiene la suficiente imaginación hay que informarse de las diferentes variantes que puedan resultar agradables tanto a una misma como a la pareja.

La palabra menopausia no tiene que amedrentar a la mujer, dejarla sin deseo alguno, transformarla de la noche a la mañana en una “vieja”. Antes al contrario, la lleva a ser una mujer con encanto, con misterio, audaz, dispuesta a llegar donde haga falta ya que goza de una libertad (hacer el amor sin consecuencias no queridas) que no había tenido antes.

Hacer el amor es un ejercicio completo: relaja, satisface, aumenta la autoestima, rejuvenece, abre el apetito, aumenta las ganas de trabajar mejor, da nuevas energías y hace que se irradie a los demás la felicidad obtenida.

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