7 de mayo de 2012

De donde viene Hechar un polvo


Hubo un tiempo en el que el consumo de rapé o polvo de tabaco, también conocido como “polvo de Sevilla“, se puso de moda entre las clases nobles.

Mientras los fumadores, caballeros principalmente que acudían a las numerosas reuniones sociales que se organizaban, fumaban cigarros puros o pipas, quienes no gustaban de éstos solían esnifar rape, que llevaban consigo en delicadas cajitas (algunas de ellas auténticas obras de arte).

Esta práctica provocaba unos supuestamente placenteros estornudos, lo cual se tenía a la sazón por algo “muy sano y que despejaba la cabeza”.


Como quiera que estornudar ante el resto de los presentes era una práctica mal vista, los caballeros se retiraban a una habitación aparte y, sacando la cajita de rape, invitaban a esnifar la sustancia a alguna dama a la que quiseran cortejar con un “señorita, ¿echamos un polvo?”.

Esta frase, con el correr de los tiempos, dio lugar a la expresión actual que todos conocemos y de cuya significación evidentemente carecía en otra época, pues es de suponer que las damas hubieran emprendido la carrera, despavoridas, ante las pretensiones del caballero en cuestión… o tal vez no ¿quién sabe?

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