3 de febrero de 2011

Relato erótico: La cazadora cazada


Liliana y Efrén acababan de ser presentados en una fiesta celebrada por amigos comunes suyos. En ese momento Liliana captó la mirada de admiración de Efrén a la que estaba acostumbrada pero no le desagradó. Todo lo contrario. Lo encontraba atractivo, de mirada profunda.

Efrén sintió lo mismo, pero Liliana era tan esbelta, tan sensual que pensó que sería inalcanzable para él. Pero no pudo apartarse de ella. Hablaron, rieron, cenaron y tomaron unas copas.

En un momento determinado de la fiesta, Liliana salió al jardín a sabiendas de que Efrén la seguiría.



Cuando Efrén se acercó a su lado con una excusa tonta, ella rompió a reír. El se quedó sorprendido y a punto de irse pero Liliana rápidamente lo cogió de la mano y le dijo al oído:
“Tranquilo. Se que asusto cuando me ven por primera vez”. Lo miró a los ojos mostrando deseo en ellos. Y el se dejó seducir a sabiendas de que Liliana estaba escogiendo a su víctima.
Con su habitual alarde de seguridad le dijo “Terminemos la fiesta en mi casa”. Efrén puso una expresión de sorpresa y accedió.

Llegaron a su piso, y tan solo entrar, en el pasillo, Efrén puso a Liliana contra la pared besándola apasionadamente y desabrochándole la blusa con prisas. Cogió sus pechos con las dos manos y comenzó a besarle y morderle los pezones.
Mientras, Liliana le desabrochaba los pantalones y le metía las dos manos para agarrar aquel bulto prominente y duro que la hizo humedecerse.
El terminó de quitarse los pantalones y la llevó hasta el salón mientras la iba besando el cuello y su boca con una lengua que la estaba volviendo loca.
La colocó en el respaldo del sofá, le dio la vuelta y le quitó las bragas.

Liliana separó las piernas y levantó su redondo y duro culo. Efrén la penetró muy despacio sintiendo su humedad resbaladiza. La tenía agarrada de la cintura atrayéndola hacia él y con el otro brazo, la tenía abrazada acariciándole el cuello.
Liliana se apartó y se dio la vuelta, bajó la mirada para ver un duro y mojado miembro. Se arrodilló y con sus manos lo atrajo hacia su boca. Se lo metía hasta la garganta con una mano mientras que con la otra acariciaba sus huevos duros como piedras.
Efrén no se quería correr tan pronto y apartó a Liliana. La miró con ojos de dominante y la arrastró hasta el dormitorio y la tiró en la cama.

EL cayó encima de ella y ella lo envolvió con sus piernas. Quería dominarlo, era a lo que estaba acostumbrada. Lo apretaba fuertemente con las piernas mientras con las manos le arañaba los pezones. EL gemía como un loco en sintonía con los gemidos de ellas.
De nuevo Efrén la apartó. Le soltó las piernas y comenzó a besarlas hasta llegar a los dedos de los pies y comenzó a succionarlos como si fueran pequeñas pollas. Ella gemía sin dar crédito a lo que estaba pasando. No era ella la que follaba. La estaba follando un hombre que en un principio creyó su presa. Pero se dejó llevar.
Después de chuparle los pies, la abrió de piernas y se hundió en su sexo mojado pasándole la lengua por la punta del clítoris con suavidad pero con movimientos rápidos.

Liliana estaba a punto de correrse y se lo hizo saber entre gemidos y movimientos voluptuosos.
Todavía no Liliana, no te corras aún. El se tumbó boca arriba en la cama y Liliana, recogiéndose el pelo, se puso de rodillas frente a él colocándose entre sus piernas.
Al principio, solo pasaba sus labios por su polla erecta. La besaba dulcemente, pasaba la lengua a su alrededor. La metía en su boca haciéndola desaparecer y Efrén se estremecía por el placer que sentía.
Le acariciaba el pelo y le repetía continuamente sigue, no pares hasta que te lo diga.
Intercalaba su boca con sus pechos en el intento de ser ella la dominante a sabiendas de que la imagen de ella arrodillada con el culo en alto y mostrándole como su polla salía y entraba de su boca lo estaba poniendo a cien y sabiendo que en cualquier momento se le iba a llenar la boca de leche, comenzó a masturbarse.

Pero Efrén, fuera de sí, la apartó, la dio la vuelta y comenzó a penetrarla por el ano de aquel hermoso culo. Primero despacio hasta que notó que los gemidos del leve dolor comenzaron a ser jadeos intensos. Entonces Efrén comenzó a poseerla con fuerza hasta que llegó la explosión.
Los dos quedaron tirados boca arriba en la cama con sus cuerpos mojados intentando acallar poco a poco las convulsiones y gemidos.
Al final el atrajo y la besó dulcemente en la frente mientras pensaba: “Jamás pensé que pudiera dominar a una mujer tan hermosa y segura de sí misma.
Ella se refugió en él pensando: “Jamás pensé que dejarme dominar fuera tan excitante.
Y a partir de ese momento, supo que esta historia daría para mucho más e iba a rendirse a él con todas las consecuencias permitiéndose, por una vez, ser feliz.

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